Gabriel Martino, Presidente y CEO de HSBC: “"Siempre fui trader y toda mi vida fue tomar riesgo”"

24.06.2012 21:03

Gabriel Martino, Presidente y CEO de HSBC: “"Siempre fui trader y toda mi vida fue tomar riesgo”"

19-06-12 00:00 Hijo de padres contadores y un abuelo cambista, siempre supo que quería trabajar en una mesa de dinero. Entró al banco al día siguiente de recibirse y es la cabeza del HSBC desde febrero. Hincha de San Lorenzo, es un fanático de Nueva York, donde vivió varios años. Le encanta el teatro y quiere empezar a tomar clases. Confiesa que tiene dos ídolos: Phil Collins y Al Pacino. Y dos mentores en el banco a los que está volviendo locos con preguntas


 

LAURA GARCÍA Buenos Aires

-¿Qué querías ser de chico?
-Decía que quería manejar colectivos a Mar del Plata

Gabriel Martino se ríe de las ocurrencias de aquel pibe de Almagro. No tiene nada de la solemnidad del banquero ni se pertrecha en las reservas del que estrena cargo. Pero el flamante número uno del HSBC posee una velocidad particular. Quizás la huella del vértigo de una vida en las mesas de dinero. ‘Lo primero que hago al levantarme es contestar mails en el comedor y reviso Bloomberg, aunque no sé por qué, porque ya no lo necesito‘, admite. ‘Siempre fui trader y toda mi vida fue tomar riesgo‘, explica un viernes sobre las siete de la tarde.

En el Bajo porteño ya hay cadencia de fin de semana. Pero en el piso 16 de la Torre Fortabat el día todavía no se acaba. A Martino aún le espera otra reunión después de la entrevista. Pero se lanza con la disposición del que recién sale a la cancha.

"‘Durante un tiempo también quise ser periodista deportivo"‘, cuenta. Es hincha de alma de San Lorenzo. ‘"De lunes a viernes tengo mi trabajo y el fin de semana sufro con San Lorenzo. El fútbol para mí es la terapia, mi terapia es San Lorenzo‘", admite.

"‘Pobre mi viejo. El era hincha de Boca y no le gustaba el fútbol pero me tenía que bancar. A los seis años mi ídolo era el Ratón Ayala y mi papá logró que entráramos al vestuario. Me agarró en brazos y me dio un beso. No dormí en toda la noche‘", recuerda.

Pero desde muy temprano Martino supo que quería trabajar en una mesa de dinero. Y casi podría decirse que lo llevaba en la sangre. José y Elsa, sus padres, eran contadores y su abuelo materno, Federico, tenía una casa de cambio. ‘Nunca vi una persona tan hábil con los números. Se había escapado de Hungría y me acuerdo de una caja registradora que me trajo de regalo de un viaje. Yo tenía 10 años‘. Quizás con ese regalo algo parecido al destino ya había plantado bandera.

Casi cuarenta años después, Martino se mira fascinado en el espejo de Filippo, su nene de nueve años recién cumplidos. ‘"Le encantan las matemáticas y no le cuestan nada. El dice que trabajo en HSBC contando plata. Veo en él gestos que son un calco mío. A veces me veo en su malhumor, en ciertas contestaciones. En la capacidad de pasar de sociable a ermitaño de un minuto a otro según a quién tenga enfrente"‘, explica. Por ahora, Filippo abandonó sus sueños de veterinario y quiere ser paleontólogo. ‘"Hace poco me preguntó si cuando yo era chico había dinosaurios"‘, se divierte Martino, divorciado y vuelto a casar hace pocos años con Flor, fruto de lo que describe como un ‘"optimismo nato‘".

"‘La conocí a través de un amigo en común. Y de hecho me enteré como dos semanas después que trabajaba en el banco. Pero se fue al poco tiempo a un estudio penal‘", detalla. "‘Filippo es de San Lorenzo pero no le gusta ir a la cancha. Flor es una maestra. Siempre me acompaña‘", dice.

Al poco tiempo, Martino y su esposa se irían a México. ‘"Había dos opciones: Dubai o Johannesburgo. Pero finalmente surgió la posibilidad de ir a México como tesorero del HSBC‘". Al cabo de unos dos años, estaba nuevamente frente a la oportunidad de ir a Nueva York o San Pablo a posiciones similares cuando llegó la oferta de Argentina. ‘"Tiró la familia y también la oportunidad de ser el número uno en mi país‘", reconoce.

Había entrado al banco al día siguiente de recibirse. ‘"Me senté al lado de una señora amorosa pero que me tuvo toda la primera semana haciendo sobres con una máquina de escribir"‘, rememora. ‘"Durante un año tenía que rotar por varias áreas pero llegué a la mesa de dinero y ahí me quedé, aunque me tocaba pasar a la sucursal"‘, explica. En la UCA, había hecho dos carreras en simultáneo: contador y administración. "‘Pero en administración nunca me recibí. En la última materia me bocharon dos veces. Al profesor todavía lo veo porque trabaja en el sistema‘", advierte.

Para fines del 95, llegó la oportunidad de ir a Estados Unidos. Vivió en Nueva York y la ciudad lo cautivó. ‘"Con un grupo de argentinos íbamos todos los jueves a la noche a comer a Cipriani en el Downtown. Cada vez que vuelvo, voy"‘, cuenta.

"‘Y además me encanta el teatro. Mis dos ídolos son Phil Collins y Al Pacino. A Al Pacino lo fui a ver a una obra y lo esperé a la salida. Eramos diez personas y se paró con cada una. La mayoría quería sacarse fotos pero conmigo debe haber charlado tres o cuatro minutos"‘, recuerda Martino, quien por estos días incluso tiene planeado empezar a tomar clases de teatro.

Pero la experiencia neoyorquina se acabó en el 2001. ‘"El regreso tuvo que ver con lo personal. Si no, yo no volvía nunca más"‘, admite. Fue tesorero del 2003 al 2009 antes de partir a México.

Hoy reemplaza a Antonio Losada, un histórico del banco que pasó a estar a cargo de toda la región. Es un momento de apuestas fuertes. El HSBC, que definió a la Argentina como uno de los 20 mercados estratégicos donde quiere operar, encara una inversión de u$s 106 millones para ampliar la red de sucursales. "‘El objetivo es pasar de 120 a 180. Y ya estamos en 135‘", dice Martino.

"‘Me encantan los desafíos. Igual tengo dos mentores internos, que ninguno está en el país, y los estoy volviendo locos. Les pregunto mucho sobre el negocio"‘, asegura. "‘Cuando volví, me entusiasmé con la idea de ir a tomar café con la gente de la mesa pero la verdad es que debo haber bajado como mucho tres veces‘".

Afuera Buenos Aires ya entró oficialmente en el fin de semana. No queda nada en el tintero. O casi.

-¿Tu canción favorita de Phil Collins?
Martino no lo piensa ni un segundo.